¿Cómo vacunar a cientos de personas en un territorio asediado y sin electricidad, donde la ayuda llega con cuentagotas? Un desafío para los cooperantes en la Franja de Gaza, en guerra desde hace más de 10 meses. “Es extremadamente difícil llevar a cabo una campaña de vacunación de esta magnitud mientras llueven bombas”, dice Juliette Touma, portavoz de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (Unrwa).

En Gaza 2,4 millones de palestinos, casi todos desplazados -la mitad de ellos, niños-, se amontonan en zonas cada vez más reducidas. Desde hace meses la ONU y varias organizaciones humanitarias manifiestan que la situación en el territorio -donde el agua estancada, las montañas de escombros y basura, el calor agobiante y la falta de espacio- es un caldo de cultivo para epidemias.

La preocupación se disparó el viernes, tras el anuncio del Ministerio de Salud de la Autoridad Palestina que reportó un primer caso de polio en un bebé de 10 meses en Gaza, donde la enfermedad había desaparecido hace 25 años. La OMS planea desplegar 2.700 trabajadores sanitarios, en 708 equipos. Unicef asegurará la cadena de frío de las dosis para vacunar a más de 640.000 niños menores de 10 años, dijo el portavoz, Jonathan Crickx.

Los equipos comenzaron a llegar el miércoles al aeropuerto de Tel Aviv. Las dosis de la vacuna deberían pasar el domingo por el puesto fronterizo de Kerem Shalom, punto de paso entre Israel y la Franja de Gaza. Serán administradas de forma oral en lugar de inyectarse para facilitar el proceso, asegura Crickx.

Excedente

Aunque se prevén dos dosis por niño, la ONU envió un excedente (1,6 millones) en caso de que haya pérdidas debido al calor. El problema es el ingreso a la Franja de Gaza, por puestos controlados por el ejército israelí. Los trabajadores humanitarios se quejan de trabas administrativas, cambios en la lista de productos autorizados o demoras que crean escasez en el pequeño territorio, ya pobre y dependiente de la ayuda humanitaria antes de la guerra.

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